A través de esta columna se podrá leer una nota de opinión que escribió el asesor legislativo Silvio Arias y que refiere a la renuncia del edil piquense Marcos Miguel, decisión que hizo pública en las últimas horas.

por: Silvio Arias
09/03/2023 17:07

Estimados/as:

    Desde hace décadas, aquí en la Argentina como en el resto del mundo, el sistema democrático de representación viene siendo altamente cuestionado desde la sociedad, por ineficaz, ilegítimo, sectario, poco transparente, alejado de la realidad, etc. 

  Esa decadencia se hace evidente cuando acontecen hechos que corroboran dicha situación de “precariedad institucional”, como es el caso de nuestra  política local, ante la reciente dimisión -en menos de veinticuatro horas- de un prestigioso profesional de la salud piquense, al cargo de concejal oficialista por la ciudad norteña. 

  Tan lamentable situación merece una reflexión profunda, dada la gravedad que supone. Por supuesto que no es la primera vez que ocurre. En otras ciudades del país se ha repetido este incidente con personalidades reconocidas a nivel popular, quienes creyendo que la actividad política “era un trámite” –sin ningún sesgo profesional-, renunciaron a su cargo antes de asumir, esgrimiendo una variedad muy creativa de excusas. 

  Lo importante aquí, es resaltar los motivos que supuestamente enmascaran éstas decisiones, la percepción que se posee de la actividad política, de los políticos y de sus finalidades. Está muy claro que al transitar un momento bisagra de la historia mundial, todos los cuerpos colegiados e institucionales (política, iglesia, justicia, etc.), están siendo altamente cuestionados por la sociedad, una sociedad mucho más informada y formada por efecto de los mass media, por lo tanto más crítica respecto al accionar de los mismos.

  La desvalorización popular hacia estas instituciones, se traduce en falta de empatía, descreimiento y rechazo hacia quienes ejercen –en éste caso- la representación política de una comunidad. Por ejemplo, cuando se cuestionan los sueldos percibidos por los funcionarios, no se piensa que en realidad la política es una profesión (como cualquier otra) y no un “curro transitorio” para pasar el tiempo no teniendo nada mejor que hacer. Así estamos. Un político o política “profesional” debe asesorarse en una diversidad de temas, para los cuales deben contratarse profesionales especialistas y eso cuesta dinero, sin contar las capacitaciones y otras herramientas de enriquecimiento intelectual que deben adquirirse para tal fin. 

  También es cierto que a la actividad política, la degradan sus mismos ejecutores, cuando no cumplen honorablemente con sus funciones (como en todas las otras profesiones!). Ocupar un lugar en una lista, no es cualquier cosa…

  La intempestiva renuncia del concejal piquense, debe capitalizarse como un llamado de atención a toda la ciudadanía y particularmente al sector político, ya que impone el debate necesario sobre como ejercer el saber culto de dicha profesión, sus fines, sus contenidos doctrinarios y sus responsabilidades éticas ante el electorado.

  Empecemos por respetarnos individualmente, para luego trasladar dicho respeto al ámbito público de las instituciones responsables de la representación de intereses colectivos. Solo así, podremos fortalecernos como comunidad, participando con dignidad y eligiendo con claridad nuestros destinos, posibilidades y anhelos. 
                                                                                                  Atentamente.-

Prof. Silvio J. Arias
Asesor Legislativo


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