Escribe Silvio J. Arias, Prof. en Ciencia Política - Asesor Legislativo FREJUPA – La Pampa.

por: Silvio Arias
31/07/2022 19:21

  En todos los aspectos de su existencia, el ser humano se manifiesta desde un conjunto de valores, sentimientos, creencias, prácticas culturales y experiencias adquiridas propias. Quienes desde la función pública ocultan o simulan ese aspecto de su esencia, engañan a la sociedad que aspiran representar, revelando luego en la práctica sus verdaderas intenciones. En muchos casos, las mentiras suelen atraer voluntades que luego son repelidas por la verdad.

 Por ese motivo el fraude no es únicamente ideológico, sino también ético y moral. En el convulsionado mundo de la política en que hoy vivimos, hay que luchar contra la devaluación de las ideas -especialmente si son originales y viables-; su exposición y/o supervivencia son garantía para una praxis coherente entre “el ser y el deber ser en función  pública”, frente a la participación y la representación popular. Como dijera el gran maestro sanjuanino “las ideas no se matan”, a lo sumo se aggiornan, transmutan, pero jamás desaparecen, ya que éstas nutren y dan sentido constante -en éste caso- a una acción política superadora.

     La búsqueda y puesta en valor de la planificación política (nacional, provincial, municipal), por sobre la venta de candidaturas o el marketing en tiempos electorales, no deja de ser una buena noticia para el fortalecimiento del sistema cívico-político nacional. El conjunto de ideas, valores y visiones sobre la realidad argentina, el rol social de cada uno de sus componentes o la defensa de intereses nacionales y regionales, son algunos de esos aspectos que dan forma a la gestión política y que deben socializarse democráticamente, desde todos los medios posibles de información pública.  

 

EL MODELO ARGENTINO:

   Luego de la caída del muro alemán (1989), una de las peores farsas del capitalismo ortodoxo consistió en instalar “el fin de la historia y las ideologías”, justificando así la muerte súbita de alternativas que pudiesen disputarle el liderazgo al sistema  neoliberal existente. Pese a ello, la historia de la humanidad ha demostrado que muchos imperios surgieron y cayeron, de igual manera en que los hombres continuaron planteándose utopías, luchando por ellas e incluso perdiendo la propia vida por alcanzar ese otro mundo “no impuesto”, más inclusivo y menos deshumanizado.

   Si hay quienes utilizan todos los medios de comunicación para instalar “verdades únicas”, quiere decir que existen “otras verdades”; latentes, neutralizadas, tergiversadas, ocultas; verdades deseosas de disputarle un capítulo liberador –y tal vez mejor- a los dueños de la historia. 

   Juan Domingo Perón fue uno de esos hombres que se planteó utopías, desafiando a mediados del siglo XX el statu quo impuesto por los poderosos del norte. Quiso darle a su país, una nueva entidad ante el mundo, más digna y soberana, garantizando entre los suyos otros valores, capacidades y finalidades. El marco intelectual de referencia sería el de su propia ideología, el justicialismo. Democrática, humanista, espiritual, popular y latinoamericana, una Tercera Posición capaz de sintetizar para los argentinos aspiraciones, deseos y derechos postergados durante décadas.

    Aquel 1 de mayo de 1974 frente a un Congreso Nacional repleto, el experimentado estadista daba a conocer  su último legado intelectual: “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional”. En dicho modelo Perón no sólo reflexionaría acerca de lo posible, sino también de lo logrado durante sus gobiernos constitucionales. Treinta años de trayectoria en el mundo político, sumado a la dolorosa experiencia de la proscripción y el exilio, hicieron de aquel hombre un ser ineludible para el acontecer nacional (…y lo sigue siendo!). Con sus defectos y virtudes, Perón dio vida a un movimiento político-social, legó una ideología original y planificó un país en torno a ella y su gente.

   Lejos de ser la verdad revelada, esa ideología justicialista con su modelo doctrinario, valores y roles sociales configurados, no es otra cosa que un compendio de preceptos y orientaciones acerca de cómo se debería gestionar la cosa pública, sin eufemismos ni engaños, con honestidad y fundamentación ideológica.

 

DEMOCRACIA SOCIAL Y AMBIENTALISMO:

   Aquel proyecto nacional del ´74, destacó varios aspectos sumamente interesantes. Uno de ellos era el modelo de democracia que debía asumir la Argentina, conforme a su historia, constitución y destino ante el mundo.

   A diferencia de las “socialdemocracias” europeas inspiradas en un socialismo moderado que buscaba dosificar al estado capitalista -sin destruirlo-, volviéndolo más igualitario, eficaz y éticamente sostenible; el modelo de estado justicialista anteponía la palabra “democracia” como garantía de libertad y representación popular, en el contexto de un país largamente castigado por gobiernos antidemocráticos.

   Esa “democracia social justicialista” centrada en el hombre como único destinatario de su acción política -consolidada a través de sus organizaciones civiles y políticas-, compartía   valores y objetivos con las socialdemocracias europeas como la solidaridad, justicia social, búsqueda del bienestar común, ética pública y respeto por los derechos humanos. Todo ello, al decir de Perón, en el marco de “una comunidad que se realiza en la misma medida que se realizan cada uno de sus miembros”.

   Priorizar la igualdad real de los ciudadanos ante la ley y el estado, o reconstruir el entramado social en torno a una comunidad de valores superiores a los impuestos desde afuera, suponía consolidar otra visión del mundo. Un mundo menos superficial y egoísta,  más inclusivo, menos violento y más respetuoso de la condición y dignidad humana… un mundo justicialista.

   Así la democracia social propuesta es el triunfo de la verdadera participación popular, la libertad, la no contradicción entre valores individuales y públicos, la honestidad intelectual y la búsqueda incansable por alcanzar el bienestar social sin exclusiones. En pocas palabras, la humanización de la vida pública, frente a un mundo que ha perdido el rumbo tras las guerras, la exclusión de los pobres, el lucro y consumo desenfrenados, el individualismo exacerbado y la negación de su espiritualidad.

    En cuestión medioambiental, la relación naturaleza-hombre también formó parte de ese modelo argentino, hoy vigente. Perón reclamaba a sus pares de la época, especialmente a los ubicados en las regiones más industrializadas del mundo, una “revolución mental”. Algunas de las nuevas medidas políticas a instrumentar -en pos de una realidad superadora en términos ecológicos-, consistían en modificar las estructuras sociales y productivas,   exigiéndoles a los hombres un mayor cuidado y utilización racional de los recursos naturales, o simplemente entablando una nueva convivencia biológica menos destructiva.  Con la claridad de un visionario, el estadista argentino definió a las sociedades de consumo como “sistemas sociales de despilfarro masivo”, creadas para producir gastos en la elaboración de bienes innecesarios y de corta vida, porque su renovación generaba lucro. “Lucro y despilfarro no pueden seguir siendo el motor básico de sociedad alguna… la justicia social como base de todo sistema, debe erigirse tanto para el beneficio directo de los hombres, como para aumentar la producción de alimentos y bienes necesarios”; a lo cual agregaba que “deberá iniciarse en todos los niveles –municipal, nacional e internacional- una lucha contra la contaminación del medio ambiente y la biosfera, el despilfarro de los recursos naturales, el ruido y el hacinamiento en las ciudades”.

 

IDEAS Y REALIDAD:

    En la Argentina, el justicialismo tiene el privilegio de haber sido la primera fuerza política democrática en configurar intelectualmente un proyecto de país, reconocido incluso por sus más fervientes detractores. Proyecto de país sustentado en una ideología nacional, que permitía planificar toda la vida pública desde un conjunto de aspiraciones, posibilidades y valores identificados con una “argentinidad ampliada”… ampliada en derechos, ampliada en participación popular y ampliada en beneficios materiales, equitativamente redistribuidos con justicia social.

    “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional” es un ejemplo de que la política no puede sobrevivir sin ideas, sin proyectos que den forma a una realidad superadora, inclusiva y más justa. No alcanzan las buenas intenciones morales o la procedencia novel en política de algún candidato, para elevar el nivel de representatividad, legitimidad, gestión pública o la calidad de vida institucional de un país. Los ciudadanos merecen políticos que sepan planificar con profesionalidad la realidad sobre la cual desean proyectarse; interpretando, representando y ejecutando sus objetivos con la mayor eficacia posible. En esa tarea, los medios de comunicación podrán colaborar centrando su función en la socialización de dichas ideas o proyectos, por sobre otros aspectos menos constructivos (vida privada, chicanas políticas, campañas sucias, etc.).

  La utopía político-social argentina consiste en seguir proyectando un devenir independiente, soberano, justo, inclusivo, con ideas y valores que reflejen al conjunto sin privilegios egoístas. En esa búsqueda nos hermana la condición humana. Nadie puede sentirse feliz ni mejor, en un contexto de injusticias o privaciones materiales. Por ello se vuelven vitales los proyectos y modelos políticos, que como el justicialismo, se han planteado “otro mundo”, otras posibilidades diferentes a las dictadas como exitosas desde otras latitudes.

   Así como la violencia social es fruto de la injusticia y la exclusión, la fraternidad real entre los hombres será el resultado de un proyecto político y moral consustanciado plenamente con alcanzar el bienestar general. Argentinos y argentinas podremos avanzar en dicho sentido, cuando la soberbia y el fanatismo de las dirigencias queden de lado, al reconectarse con las genuinas demandas, el sentido común y la humildad de los pueblos, único camino posible, justo y verdadero.-

 

*Silvio J. Arias Prof. en Ciencia Política - Asesor Legislativo FREJUPA – La Pampa


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